11°SAN LUIS - Martes 05 de Agosto de 2025

11°SAN LUIS - Martes 05 de Agosto de 2025

EN VIVO

"Gulp": el primer alboroto redondo de placer y peligro

Hace 40 años "Los redonditos de ricota" lanzaron su primer disco, una expresión atragantada que delineó el camino con música, poética e ideas hacia una fábula que no tiene fin.

Por Miguel Garro
| Hace 8 horas

Un largo solo del saxo de Willy Crook que luego se entremezcla con la guitarra mágica de Skay Beillison anuncian la llegada del amor letal. Hace 40 años, “Patricio Rey y sus redonditos de ricota”, una denominación que con los años se acotó a “Los redondos”, hacía su presentación formal con “Gulp”, un disco de 11 canciones deglutidas en 40 minutos que marcaron el rumbo de una agrupación que se convertiría en insignia para el rock nacional.

 

 

En medio del under post dictadura y alimentado por una democracia en pañales y reflujo, era imposible tener la perspectiva de lo que lograría esa banda de forajidos encabezada por un pelado de poética surrealista llamado Carlos Solari y apodado “El Indio”, pero guiados desde abajo por una mujer de personalidad fuerte y opiniones taxativas, a la que llamaban “La Negra Poli”. Completaba el triángulo un guitarrista de ojos de cielo al que conocían como “Skay”.

 

 

Detrás de ellos se encolumnaba en aquellos primeros años una manada salvaje que aportaba no solo música (Gonzo Palacios, Lito Vitale, Claudia Puyó, Laura Hatton, Tito Fargo) sino también artes visuales (Rocambole, quien para el disco debut ideó una tapa contundente que en algunas ediciones fue verde y en otras roja, y con diversas gamas de esos colores), literatura (Enrique Symns, Jorge Pistocchi) y teatro (Las Bay biscuit, Vivi Tellas, Diana Nylon).

 

 

Sobre ese minestrón se dieron las primeras cucharadas de lo que para muchos era la contracultura musical de una época que afloraba en un rock más popero, primaveral y optimista. Para contrarrestar esa luminosidad reciente, apareció en los suburbios la oscuridad de Patricio Rey, un personaje siniestro que representaba todo lo que Solari y sus acólitos no se bancaban del rock. Allí está la primera muestra de una de las actitudes instaladas en el disco debut y que se mantendrían a lo largo de buena parte de su carrera.

 

 

La carta de presentación de “Gulp” tenía el recuerdo de un personaje literario a la altura de su cinismo, Barba azul, el millonario y desagradable protagonista del cuento con que Charles Perrault graficó al hombre que mataba a sus esposas y acumulaba los cadáveres en una habitación retirada de su casa. La canción de “Los redondos” es además la primera referencia a un tema que se repetirá a lo largo de toda su obra: la prisión y las formas de combatir el encierro y su hacinación segura.

 

 

La primera onomatopeya de ricota se instaló con algunas declamaciones que permanecerían hasta la virtual disolución del grupo, en agosto del 2001 en el estadio antes llamado Chateau Carreras de Córdoba. De hecho, aquel recital inolvidable y postrero empezó con “Unos pocos peligros sensatos”, el quinto tema de “Gulp”, e incluyó para la parte final “Ñam fri fruli fali fru”, el noveno.

 

 

Pero más allá de esa presencia que pudo ser circunstancial, el disco que cumple 40 años contiene “La bestia pop”, “El infierno está encantador esta noche” y “Superlógico”, todos temas que permanecen en la memoria de los seguidores, con más ímpetu que las otras canciones del disco como “Roto y mal parado”, “Pierre, el vitricida”, “Yo no me caí del cielo”, “Te voy a atornillar” y “Criminal mambo”. Algunas convertidas en clásicos, otras de culto, las canciones de “Gulp” estuvieron destinadas a un lugar preponderante en la mística ricotera.

 

 

No debe ser casual que dos de las piezas más recordadas tengan al público de rock y sus costumbres como un tema de análisis que, por otro lado, se repitió con frecuencia en la lírica de Solari. Por un lado, “La bestia...” es una sátira al rock que desdeñaron con fervor y “El infierno...” empieza con una frase que sería toda una declaración de principios para la relación entre la banda y sus seguidores: “¿Son, por acaso, ustedes, hoy, un público respetable?”

 

 

En los inicios –antes de llegar a su primer disco, “Los redondos” pasaron entre cinco y diez años de recorrida-, el grupo mantenía una relación muy cercana con sus seguidores, posible, lógicamente, por lo reducido de la convocatoria y por una complicidad que la gente extendió hasta último momento, por más que el status de Patricio Rey cambiara de modo abrupto ese y otros peligros sensatos.

 

 

No solo las canciones quedaron de aquel primer álbum. Además del núcleo duro formado por “Indio”, “Skay” y “Poli” –dueño del grupo al punto que resolvieron su final intempestivo, en la mesa de un bar, sin necesidad de consultas-, algunos artistas permanecieron durante toda la carrera, como el bajista “Semilla” Bucciarelli y el diseñador gráfico Ricardo Cohen, conocido como Rocambole. Cook, Tito Fargo, Piojo Ábalos y Gonzo Palacios quedaron en el camino tras algunos discos, pero el caso más particular fue de las coristas, llamadas “las chicas Superlógico” por su participación en los coros de ese tema.

 

 

Claudia Puyó, quien más tarde le pondría su particular voz a “El amor después del amor”, el clásico de Fito Paéz; Laura Hatton, una sensacional jazzista que integró “Buenos Aires 8” y actualmente mantiene el trío “Esdrújulas”, y María Calzada, quien tuvo el tino de desaparecer de la escena musical, fueron las encargadas de las voces detrás de la de Solari.

 

 

En unas cuantas entrevistas que Puyó brindó  a lo largo de su carrera desmitificó una versión que la grey ricotera se encargó de hacer rodar con el boca a boca o el apoyo de algunas revistas en vigencia por entonces. Según la épica de la época, los propios miembros del grupo recorrían las disquerías con sus álbumes bajo el brazo y trataban de convencer a los dueños de que vendan el disco, una verdad que fue atacada por la corista, quien dijo que desde un principio la banda usó una reconocida distribuidora de discos para lograr su primer alcance. Más que un golpe de suerte, la utilización de una empresa que haría colisionar uno de los preceptos del grupo: la independencia.

 

 

Una y otra versión pueden ser nada más que otras de las fábulas que se tejieron alrededor de Patricio Rey, de las que hay tantas. En parte porque los súbditos cercanos o lejanos se encargaron de hacerlas correr para edificar una leyenda (que puede ser también una apología) que empezó hace 40 años con el primer impulso atragantado de un rock que atoró tráqueas a dos generaciones.  

 

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Temas de nota:

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo